En los metales preciosos como el oro, se entiende por Ley la proporción de peso en que el metal puro se encuentra en una aleación. La pureza del oro se mide en milésimas, que indican la proporción de oro puro que existe si la dividimos en 1000 partes iguales y el de 24 quilates es el más puro.

¿Cómo saber si lo que nos están vendiendo es oro de verdad? Antes de nada, haz caso al sentido de la vista: todas las piezas de oro auténtico tienen una marca que indica la pureza de este o los quilates que tiene aunque si es falsa, también han podido falsificar esta marca. Por eso, pasamos al siguiente paso; el color del oro es uniforme. En las joyas que no son de oro se verán zonas de desgaste en las que aparece otro metal que no es oro. El oro de verdad, aunque se desgaste, no tiene otro color: solo se ve color oro.

Otra de las opciones y que más hemos visto en series y películas es morder el oro. En el caso de que aparezca una hendidura, lo que tienes en la mano es oro de verdad. El oro es un metal relativamente blando y por eso podemos hacerle una hendidura con los dientes.

Una de las formas más curiosas de comprobar si lo que tenemos es oro de verdad es a través de la cerámica. Necesitas un plato de cerámica sin esmaltar y si al frotar la pieza sobre el plato aparecen unas líneas o marcas doradas, la joya es de oro auténtico. Sin embargo, si las rayas son negras, el oro no es de verdad. También tenemos la opción del imán: tienes que tener un imán bastante potente, no sirve con los imanes de la nevera. El oro no es un metal magnético, por lo que si tu pieza de oro se ve atraída por el imán, lo que tienes en la mano no es oro. Se tratará de un metal férrico bañado en oro.

De todos modos, hay que tener cuidado con los baños de oro ya que pueden engañar al comprador. La mejor opción es comprar oro en joyerías de renombre, con historia y que tengas certificados de garantía como en Orgreen que hacemos todas nuestras joyas con 18 quilates de oro.